Vuelta de verano y vuelta al uso diario del coche. A la hora de aprender a cómo conducir un coche diésel, debes saber que no difiere mucho de hacerlo con uno de gasolina; no obstante, debido al tipo de motor y al producto que usan como combustible, los coches diésel comprenden una serie de particularidades que debes conocer.
Hay una serie de diferencias entre conducir un coche diésel o uno de gasolina. Una característica de los coches diésel, sobre todo los de inyección directa, es que les cuesta arrancar más que a los de gasolina. El truco está en esperar a que se apague el indicador de bujías (la luz naranja con la espiral con dos bucles), y volver a intentar arrancar pisando el embrague a fondo. Al encender el coche, es recomendable dejarlo al ralentí durante unos minutos antes de comenzar a circular.
Una de las claves sobre cómo conducir un coche diésel es no forzar el vehículo durante los primeros minutos de conducción, es decir, no dar acelerones ni pisar a fondo, ya que los motores diésel en frío sufren más que los de gasolina.
Cuando el pie izquierdo se queda enganchado en el pedal de embrague, se produce un desgaste constante. Algo parecido ocurre cuando se engranan las marchas con torpeza y se ‘rasca’ el cambio. Si se juntan varios hábitos de este tipo es probable que el embrague no resista ni 15.000 km
Para conducir un coche diésel requiere el cambio de marcha de forma suave, esto es, no acelerar bruscamente para cambiar a la siguiente marcha; es preferible no pasar de las 2.500 rpm para no ahogar el motor. Por esta misma razón, se recomienda no llevar el coche a altas revoluciones (3.500 rpm), ya que de esta forma perdemos eficiencia y habrá un mayor consumo y sobre-esfuerzo del motor, lo que conlleva al desgaste prematuro del mismo.
Es conveniente circular el mayor tiempo posible con marchas más largas y a bajas revoluciones. A diferencia de conducir un coche automático donde las marchas cortas se pueden estirar un poco más, al circular por ciudad, utiliza siempre que sea posible la cuarta y quinta marcha. Además con marchas más largas y a bajas revoluciones, el coche consumirá menos combustible.
Una de las claves sobre cómo conducir bien un coche diésel es mantener la velocidad del coche lo más uniforme posible, esto es, evitar los frenazos, acelerones o los cambios de marchas innecesarios. No sólo alargarán la vida de tu motor sino además ahorrarás en consumo de carburante.
Los principales problemas y averías que presentan los automóviles diésel:
- Los turbocompresores se lubrican y refrigeran con aceite. Si arrancamos el motor turbo y empezamos a desplazarnos inmediatamente después, el turbo se activa sin haberse lubricado de manera adecuada. La turbina gira a altas revoluciones y el calor generado por la excesiva fricción puede ir deformando poco a poco las aspas del turbo, lo que puede acarrear una avería grave. Cuando se lleva un tiempo conduciendo a alta velocidad por carretera y hacemos una parada, no debemos apagar el motor nada más detenernos. Si lo hacemos así, la turbina se expondría a mucho calor, ya que al detener el motor en seco, deja de llegar el aceite necesario para la refrigeración.
- El exceso de hollín de la combustión también tapona los filtros antipartículas, por lo que el motor requiere más ciclos para quemar la ceniza del filtro y limpiarlo. Esto aumenta el consumo de combustible, cuyo exceso degrada el cárter, y provoca que las paredes de los cilindros, al perder lubricación, se desgasten más rápido. Es un problema que afecta principalmente a los vehículos diésel de uso urbano, ya que no suelen circular a más de 2.000 rpm.
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